arte contemporaneo
EL ARTE CONTEMPORANEO
El pintor nuevo crea un mundo, cuyos elementos son también los medios, una obra sobria y definida, sin argumento. El artista nuevo protesta: ya no pinta (reproducción simbólica e ilusionista) sino que crea directamente en piedra, madera, fierro, estaño, organismos locomotores a los que puede voltear a cualquier lado el viento límpido de la sensación momentánea, lo que da como resultado el collage, el caos que nos manifiesta y proyecta tal como somos. La contemporaneidad sepulta la noción de realidad tridimencional, abriéndose a la modernidad del caos y a la cuarta dimensión, es decir, al espacio mismo, a la dimensión del infinito. Al proponerse generar una ruptura con las dimensiones euclidianas surgen las dimensiones problemáticas, "degeneradoras" de los géneros e impulsoras de la repulsión y del desvío del gusto. Se han ido manifestando conceptos que surgen de las nociones de lo informe, de lo inestable, la fragmentación; categorías, estructuras y figuras que sorprenden por la forma como son consumidas no asimiladas yuxtapuestas y generadas en la sociedad de crisis moderna actual.
Con la ampliación de lo caótico y la irregularidad del orden, se hace los fractales que tienen una lógica distinta a la clasificación clásica y se manifiestan como monstruosidades o rupturas morfológicas. Dotados de dinamismo, inestabilidad y metamorfosis rítmicas graduales, repiten su irregularidad y accidentalidad tanto en las partes como en la totalidad. Unidos a la llamada teoría de las turbulencias y a las "líneas de tendencia al caos", los fractales se manifiestan en exposiciones realizadas con la ayuda microelectrónica del computador; en escenografías teatrales; en instalaciones y performances; en el cine de ciencia ficción y en la naturaleza.
. La fragilidad y la crisis social nos impulsan a venerar monstruos producidos por el imaginario de una cultura llena de terror y violencia. El abismo se abre a puertas del siglo XXI; el desencanto, la pérdida de sentido, el vacío y lo informe nos esperan. Todo lo real no es racional ni todo lo racional es, mucho menos en Colombia, real. Estando perdidos cultural y socialmente, es de suponer que la estructura de lo laberíntico se eleve a categoría estética; y cuando, a finales del siglo, caminamos por un sendero olvidadizo de su pasado, falto de futuro, es de esperar que lo no previsible adquiera un puesto en los juicios estéticos y en las valoraciones del gusto.
Los artista plasticos en la postmodernidad, los nombres más mencionados son Doris Salcedo (1958), José Alejandro Restrepo (1959), María Fernanda Cardoso (1963) y Elías Heim (1966). Protegidos todos por instituciones del Estado, por las revisas y por la academia nacional e internacional, los artistas adscritos a esta vertiente llevan las de ganar, y se les ve pavonearse muy contentos y orgullosos. No es para menos: contar con un gran aparato de promoción oficial y ser profeta en la propia tierra y en la extraña ...¿qué más puede uno pedir? Pero a mí sus obras me interesan muy poco por razones que no alcanzaría a discutir aquí. Baste con decir que en Colombia, como en el resto de los países occidentales, se plantea desde hace cosa de veinticinco años una revolución institucional para las artes plásticas, de naturaleza e ideología.
El pintor nuevo crea un mundo, cuyos elementos son también los medios, una obra sobria y definida, sin argumento. El artista nuevo protesta: ya no pinta (reproducción simbólica e ilusionista) sino que crea directamente en piedra, madera, fierro, estaño, organismos locomotores a los que puede voltear a cualquier lado el viento límpido de la sensación momentánea, lo que da como resultado el collage, el caos que nos manifiesta y proyecta tal como somos. La contemporaneidad sepulta la noción de realidad tridimencional, abriéndose a la modernidad del caos y a la cuarta dimensión, es decir, al espacio mismo, a la dimensión del infinito. Al proponerse generar una ruptura con las dimensiones euclidianas surgen las dimensiones problemáticas, "degeneradoras" de los géneros e impulsoras de la repulsión y del desvío del gusto. Se han ido manifestando conceptos que surgen de las nociones de lo informe, de lo inestable, la fragmentación; categorías, estructuras y figuras que sorprenden por la forma como son consumidas no asimiladas yuxtapuestas y generadas en la sociedad de crisis moderna actual.
Con la ampliación de lo caótico y la irregularidad del orden, se hace los fractales que tienen una lógica distinta a la clasificación clásica y se manifiestan como monstruosidades o rupturas morfológicas. Dotados de dinamismo, inestabilidad y metamorfosis rítmicas graduales, repiten su irregularidad y accidentalidad tanto en las partes como en la totalidad. Unidos a la llamada teoría de las turbulencias y a las "líneas de tendencia al caos", los fractales se manifiestan en exposiciones realizadas con la ayuda microelectrónica del computador; en escenografías teatrales; en instalaciones y performances; en el cine de ciencia ficción y en la naturaleza.
. La fragilidad y la crisis social nos impulsan a venerar monstruos producidos por el imaginario de una cultura llena de terror y violencia. El abismo se abre a puertas del siglo XXI; el desencanto, la pérdida de sentido, el vacío y lo informe nos esperan. Todo lo real no es racional ni todo lo racional es, mucho menos en Colombia, real. Estando perdidos cultural y socialmente, es de suponer que la estructura de lo laberíntico se eleve a categoría estética; y cuando, a finales del siglo, caminamos por un sendero olvidadizo de su pasado, falto de futuro, es de esperar que lo no previsible adquiera un puesto en los juicios estéticos y en las valoraciones del gusto.
Los artista plasticos en la postmodernidad, los nombres más mencionados son Doris Salcedo (1958), José Alejandro Restrepo (1959), María Fernanda Cardoso (1963) y Elías Heim (1966). Protegidos todos por instituciones del Estado, por las revisas y por la academia nacional e internacional, los artistas adscritos a esta vertiente llevan las de ganar, y se les ve pavonearse muy contentos y orgullosos. No es para menos: contar con un gran aparato de promoción oficial y ser profeta en la propia tierra y en la extraña ...¿qué más puede uno pedir? Pero a mí sus obras me interesan muy poco por razones que no alcanzaría a discutir aquí. Baste con decir que en Colombia, como en el resto de los países occidentales, se plantea desde hace cosa de veinticinco años una revolución institucional para las artes plásticas, de naturaleza e ideología.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home